Con esta pregunta empezaba la clase de ruso de Amanda. Es
una frase aparentemente indescifrable si nunca has hecho ruso, sin embargo, con
la dedicación necesaria, es posible entenderla. Amanda quería demostrarnos que
se puede hablar la lengua meta desde el principio. ¿Y nos convenció? Pues sí,
al menos a mi me convenció.
¿Es probable que el alumno no lo entienda todo? Sí. ¿Puede
que al principio esté un poco desorientado? También, pero si se hace de la
manera correcta el alumno irá aprendiendo y comprendiendo poco a poco.
La clase, como decía, empezó con esa pregunta kak tebya zobut? Claro, al principio nos
miramos entre todos y pensamos “¿qué quiere ahora?”, pero lo que hizo a continuación
fue esencial: puso en ejemplo. Antes de que pudiéramos preguntarle qué quería
decir, ella alzó la voz y dijo: “menya zobut Amanda”, mientras se señalaba a
ella misma y, seguidamente, volvió a formular la pregunta anterior señalando a
una alumna. Aquí, se resume gran parte de la idea que me pareció más importante
de la clase. El contexto es esencial en una clase de A1, los alumnos no
comprenden nada al principio, pero sí comprenden el contexto, y saben que
cuando viene un profesor nuevo lo
primero que hace, o debería hacer, es presentarse. Una vez superado el
contexto, ¿qué más es esencial? La ejemplificación. Hay que dar un ejemplo, un
modelo de lo que quieres, del objetivo, y esto se consigue con gestos, mímica,
movimientos, etc. Obviamente este ejemplo es muy fácil, intentar que un grupo
de A1 entienda las instrucciones de una actividad es más complicado. Debemos
siempre pensar en cómo explicarlo de una forma que puedan entenderlo, como por
ejemplo, haciendo una parte de la actividad con ellos hasta que comprendan qué
hay que hacer.
Durante la clase de Amanda pude entenderlo todo. Eso no
quiere decir que entendiera cada palabra, ni siquiera sabía cuantas palabras había
en las frases que pronunciaba, simplemente entendía lo que quería decir, lo que
debíamos hacer, la idea principal. Esto fue gracias al contexto y a la
ejemplificación, muy importante sobre todo en las instrucciones de actividades,
pero el hablar poco y con frases cortas también era de gran ayuda. Poco a poco,
iba asociando las palabras con significado y cuando empezamos a ver palabras y
frases escritas lo vi más claro.
Esta clase me ha abierto los ojos sobre la dificultad de
enseñar un idioma en niveles muy bajos. Ya no simplemente hay que pensar en qué
tratar y cómo, sino en qué gestos hacer, qué ejemplos dar, controlar lo que
dices para no hablar demasiado y confundir al estudiantes, etc. Esto es algo
que solo la dedicación y la práctica me podrá dar.
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