Cuando pienso en literatura, esta
fotografía en la que salimos yo y mi hermana me viene a la mente. Leer es mi vía de escape en situaciones de
estrés. Es una forma de relajarme, de salir de mi vida y meterme en la vida de
otro. Cuando pienso en leer, siempre que sea un libro que me guste y disfrute,
pienso en un viaje astral, como si saliera de mi cuerpo y me metiese en otro. Además, me gusta leer en sitios así, montañas, playas con poca gente, ríos, etc. Parece que todo se siente mucho más.
Mi viaje con la literatura empezó
cuando era muy pequeña gracias a mi madre. Ella leía todas las tardes y para
que yo no me aburriese, me daba libros (infantiles) y me hacía leerlos y
copiarlos en una libreta. Todavía recuerdo estar copiando la sirenita en el
salón de mi casa frente a mi madre leyendo. Con el tiempo, dejé de copiar
libros y pasé a simplemente leerlos. Sin embargo, ese no fue el final de mi
afán por la escritura. En tercero de primaria empecé a escribir poemas y decidí
presentarme al concurso de San Jordi y, por suerte, gané el premió por un poema
que escribí que se titulaba “mis sueños”. Un par de años después dejó de interesarme la
escritura y me centré en la lectura.
A diferencia de mis compañeros de
clase, me encantaba cuando teníamos que leer libros para las clases de catalán,
castellano e inglés. Me gustaba mucho el teatro y la narrativa. Actualmente no
tengo muchas preferencias, lo que más leo son novelas. No podría escoger un
escritor o una novela favorita.
No sé si es lo normal pero para
elegir un libro, voy a la biblioteca y me paso horas leyendo la sinopsis hasta
que encuentro alguno que me gusta. No obstante, también suelo leer los mismos
libros que lee mi madre, así podemos comentarlos. De hecho, esta es una de las
razones por las que me gusta leer, me gusta poder compartir mis opiniones y
pelearnos por diferentes interpretaciones de una historia.
Bien, como portafolios inicial. Ya se ve que la familia aquí juega un gran papel.
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